sábado, 25 de diciembre de 2010

FELIZ SOLSTICIO

Lo reconozco, cada vez me gusta menos la navidad. Será porque Iglesia Católica S.A. -empresa con dos mil años de existencia- que no es a dia de hoy una institución que me inspire mucha confianza ni sensaciones positivas en general, ha dejado de ser el principal promotor de eso que conocemos como Navidad para cederle los derechos al mercado, así generalizando y a lo bruto. La consecuente banalización, manipulación y reinterpretación de la simbologia propia de estas fechas conducen en primer lugar al vacio intelectual y en segundo a la gran hipocresia de hacer obras benéficas de camino al centro comercial; todo esto es lo que provoca mi desafecto por la fiesta de la Navidad. Pero la reinterpretación y manipulación de esta simbologia vienen de lejos, de mucho más lejos.

Alguien nace estos dias: el salvador del mundo. Tres magos de oriente lo anuncian. En todo el globo se celebra su venida: la gente se reúne con sus familias para compartir tan feliz acontecimiento alrededor de una mesa con grandes manjares, por todas partes se encienden luces que lo anuncian, se elevan árboles engalanados, se ponen de manifiesto las distintas tradiciones que anuncian su venida a lo largo y ancho del mundo: símbolos de poder, luz y fertilidad. Celebramos tan grato acontecimiento por todo lo alto, compartiendo nuestra comida -lo más vital- con aquellos a quienes más queremos y también con quienes más la necesitan, pues la venida del salvador no hace -a priori- distinciones sociales y todos somos iguales bajo su mando y protección.
El salvador del mundo no nace en un pesebre, nace en el cielo (astronómico); nuevamente el SOL renace y con su luz y calor posibilita que la Vida continúe (o tal vez renazca) después del frío rigor del invierno. Lo que estos dias realmente celebramos -consciente o inconscientemente- es el solsticio de invierno, la noche más larga que da paso al crecimiento de los dias. Y lo hacemos desde tiempos ancestrales, véanse a modo de ejemplo las tradiciones de los distintos Cristos, pero la de Mitra resultará especialmente familiar.

La comodidad de no tener que pensar (o de dejar que otros piensen por nosotros) ha provocado que tras varias generaciones de pereza hayamos acabado venerando los símbolos por encima de aquello que representan, hasta el punto de olvidar su significado y quedarnos solamente con el significante. Hemos caido en el error de no ver más allá de lo que tenemos delante, de simplemente mirar el cartel sin asegurarnos de qué nos venden en realidad.

No nos perderemos en más indagaciones y especulaciones que no provocan más que indignación, desasosiego y veneración por las civilizaciones ancestrales -tan conscientes ellas-; buscad y hallareis. Este es un blog sobre música y otras cosas, hemos hablado de otras cosas pero ¿qué tiene que ver todo esto con la música?
Muchas veces, demasiadas tal vez, nos centramos tanto en las notas y el discurso musical que olvidamos el sentido y la finalidad que tienen, nos empeñamos tanto en la perfección técnica que no caemos en la cuenta de que la música es mucho más que el sonido, el ritmo y la afinación.
La música, cuando la tocamos y escuchamos, es mucho más transmisor que finalidad, y por esta razón debemos buscar el mensaje en si, sin dejar además de buscar la perfección del mismo.
¿La música es significado o significante? ¿Qué propósito seguía el compositor al escribirla? ¿Qué esperaba del intérprete? ¿Qué nos sugieren las formas (estructura, armonia, melodia, rítmo)? Y tantas preguntas como se nos ocurran deberían tener una respuesta (¡o no!) para poder entender mejor la obra que tenemos delante.
Solo así podremos tener una visión más amplia y completa del fenómeno musical para evitar, en la medida de lo posible, quedarnos en la superfícialidad de los "simples" sonidos sin comprender el mensaje que encierran.

A modo de regalo comparto con vosotros la cantata "A ti, alma del Universo" de W.A. Mozart, muy apropiada para estas fiestas.

¡¡¡Feliz Solsticio!!!


No hay comentarios:

Publicar un comentario